Páginas

viernes, 21 de julio de 2017

LA PLAYA Y EL OJO

Menuda playa, medio metro de algas en la orilla, rocas en su fondo y bañistas con una media de edad que roza los 80.
Resignada decido bañarme. Cuando el agua me llega a la cintura me cruzo con dos abuelillos que no dejan de mirar hacia abajo. No cabe duda, se les ha caído algo. Uno de ellos, me pide ayuda:
– Joven por favor, a mi amigo se le ha caído un ojo, ¿serias tan amable?
Señala la arena del fondo. Pienso que es un chiste y comienzo a reírme, aunque disimuladamente echo un vistazo. Me quedo petrificada: mirándome fijamente con su azul vidrioso ¡Hay un ojo!
Sin tiempo que perder, cual sirena me zambullo y con la máxima delicadeza lo atrapo entre mis dedos.
Se lo entrego al dueño, naturalmente ciego. Todavía coqueto, se había bañado con sus ojos de cristal. Muy agradecido, me hizo prometer que no le diría nada a su mujer, pues le tenía muy amenazado con lo que le haría si un día perdía algún ojo.
Hago el gesto de cerrar una cremallera sobre mi boca.
Ya desde lejos observo a esos dos traviesos octogenarios, mientras  pienso que ha sido un gran acierto hacer este viaje.



Puedes comentar A Q U Í

1 comentario:

  1. Ha merecido la pena, hay momentos que valen por si solos mas que una semana entera. Abrazos

    ResponderEliminar

VUESTROS COMENTARIOS SON MI ALEGRÍA